El servicio postal de EEUU (USPS, por sus siglas en inglés) ha dado un primer paso hacia el futuro. El departamento ha contratado a la compañía TuSimple para el uso de camiones autónomos, de cara a una primera prueba de vehículos autoconducidos de reparto. Así, se harán cinco viajes para recorrer más de 1.600 kilómetros (1.000 millas) a través de carreteras interestatales que unen los centros de distribución de Phoenix (Arizona) y Dallas (Texas).
Pese a que durante la prueba los vehículos no deberían contar con la intervención humana, irán a bordo un ingeniero de seguridad y un conductor, para evitar accidentes en caso de que los camiones fallasen.
Está previsto que cada camión circule durante 22 horas, incluyendo la noche. De esta forma, TuSimple encuentra la oportunidad de validar sus sistemas y “agilizar el desarrollo tecnológico y el avance de su comercialización”, según ha asegurado el fundador y presidente de la compañía, Xiaodi Hou.
https://laboratorioaec.com/wp-content/uploads/USPS-Correo-Camion-autonomo.jpg420699Susana Rubiohttp://laboratorioaec.com/wp-content/uploads/2016/05/logoaeclab-300x71.pngSusana Rubio2019-05-24 09:06:562019-08-21 09:37:41El correo de EEUU ya hace pruebas con camiones autónomos
Todos hemos pasado por esta situación: atrapados en el denso tráfico, avanzando lentamente por la escena de un accidente automovilístico. Los vehículos dañados se extienden en ángulos extraños. Vidrios rotos, espejos retrovisores, llantas desinfladas y otros escombros no permiten el paso y surge la pregunta: ¿por qué el personal de emergencia y la policia, simplemente apartan las partes dañadas hacia un lado y me dejan pasar?
Para la policía que trabaja en la escena, hay un acto complicado en juego. Quieren despejar el camino lo más rápido posible. Cada minuto que se mantiene un choque aumenta la contaminación, el tráfico y principalmente el riesgo de accidentes secundarios. Pero antes que la limpieza pueda realmente comenzar, los investigadores tienen que capturar una imagen clara de la escena, ya que los autos y los escombros esparcidos pueden ser evidencia en una investigación criminal.
Hace tiempo, la policía recorría la escena con reglas y cintas métricas, marcando una equis en hojas de papel cuadriculado. Más tarde comenzaron a utilizar Total Stations, un escáner láser que provenía del mundo de la topografía y la construcción. En su momento fue un paso revolucionario hacia el futuro, un proceso que tardaba entre seis y ocho horas podía llevarse a cabo en tres o cuatro.
En los últimos dos años, una nueva tecnología ha tenido un impacto aún más fundamental en el trabajo de la reconstrucción del sitio del accidente: los drones. Al agregar cámaras para tomas aéreas en sus kits de herramientas, la policía ha podido reducir el tiempo que toma mapear un sitio y recopilar las evidencias hasta en un lapso de 20 o 30 minutos. Además, los datos son mejores que los que recopilaban con métodos anteriores.
https://laboratorioaec.com/wp-content/uploads/accidentes-reconstruccion-dron.jpg7711431Susana Rubiohttp://laboratorioaec.com/wp-content/uploads/2016/05/logoaeclab-300x71.pngSusana Rubio2019-05-21 09:54:572019-08-21 10:12:29Drones para reconstruir la escena de un accidente de auto
Noruega se embarca en un colosal plan ingeniero para unir algunos de sus fiordos más profundos con una estructura inédita: puentes colgantes sumergidos.
Si un ser gigantesco la emprendiera a martillazos contra la línea costera de un país, saldría Noruega. Vista desde el cielo, esa división tierra-mar parece producto de un ataque furibundo de cólera. Acuática, eso sí. Los jirones de terreno son, en realidad, fruto del abrazo destructor (o escultor, según se mire,) del agua congelada. Hace cosa de 2.500 millones años, durante el Cuaternario, los glaciares horadaron pacientemente las montañas de ese país hasta tallar valles profundos que el océano anegó tras la fusión del hielo y la elevación del nivel del mar. Aquel apocalipsis ha brindado a este reino nórdico algunos de los paisajes más dramáticos de nuestro hemisferio. Miles de turistas se embarcan cada año en cruceros para admirar vertiginosos saltos de agua y monumentales pedestales en un paisaje a escala de Gulliver. Visitar los fiordos es un espectáculo conmovedor; vivirlos, una experiencia cercenante si el trabajo, el estadio de fútbol o la consulta médica quedan al otro lado de un brazo de mar.
Alargada, accidentada y agreste, Noruega es cuatro veces más grande que Portugal, pero con la mitad de habitantes que el vecino luso: apenas 5,3 millones, de los que un tercio reside en torno a una franja costera literalmente hecha añicos. Esta fragmentación provoca que la comunicación por tierra entre determinadas ciudades resulte tremendamente compleja. Hasta el punto de que algunas de esas localidades sean más accesibles en barco que en coche o que incluso en avión. El desnivel entre los escarpados picos y los hondos fiordos hace del extremo occidental noruego un lugar tan pintoresco como infernal para los automovilistas. En la actualidad, cubrir los 1.100 kilómetros de la ruta que une Kristiansand, en el sur, con Trondheim, en el centro, a través de la transitada autopista E39 obliga a los conductores a tomar hasta siete ferrys y emplear un total de veintiún horas en el desplazamiento.
El Gobierno del país se ha propuesto acabar con los trasbordadores para los coches que circulen en ambas direcciones. Quiere acortar los tiempos de viaje y propiciar así la revitalización del mercado nacional de trabajo y el inmobiliario. ¿Cómo? Con un faraónico proyecto de ingeniería, inédito en muchos aspectos. Ahora, el grosor y la hondura de algunos fiordos obliga a bordearlos, prolongando así los trayectos entre dos y tres horas. La Administración de Carreteras Públicas de Noruega (ACPN) se dispone a acabar con los rodeos y conferir continuidad a la E39 con un festival de soluciones técnicas, algunas de ellas nunca vistas, como varios túneles sumergidos flotantes -los primeros del mundo-, larguísimos puentes en suspensión o el mayor corredor subacuático excavado en roca.